Pablo Jair Ortega
Cuitláhuac, Ver.- Mata Clara es como un pequeño poblado que recuerda a Cuba: muchos campos cañeros en medio de caminos estatales y veredas de terracería a los lados. Pertenece al municipio de Cuitláhuac, lo que anteriormente era el paradero obligado en la ruta del camión del sureste hacia la Ciudad de México.
La estatua de Yanga está presente: la trajeron en una camioneta para no dejar de honrar la memoria de quien llaman “El Príncipe” y veneran como un ídolo moderno (fue el más fotografiado hasta en selfies), símbolo de la libertad, el padre que rompió las cadenas del primer pueblo libre de América que hoy lleva su nombre.
En Veracruz, si se habla de los afromexicanos, la referencia inmediata es Yanga, pero éste ha perdido su negritud: se ha diluído en el mestizaje o las familias han migrado; hoy es Mata Clara la que tiene una mayor población de afromexicanos en Veracruz y lucha –junto con otros pueblos de México como los ubicados en Oaxaca y Guerrero– por el reconocimiento constitucional como una etnia propia, con identidad ancestral africana.
Lo anterior toma más relevancia porque el cambio trascendental es que a los afromexicanos se les reconozca como a los pueblos indígenas totonacas, zapotecas, etc. Convertirse oficialmente en La Tercera Raíz.
Por Veracruz entraron varias culturas y es por esto que la tierra jarocha es sede del Encuentro de Pueblos Negros, el cual durante casi 17 ediciones se realizó en la Costa Chica de Guerrero. Perú, Colombia, Cuba, Belice, Ghana, son algunos de los países invitados. Otros estados presentes: Coahuila y Guanajuato.
Las festividades, su programa cultural, recuerdan a los buenos tiempos de la Cumbre Tajín o el Festival Afrocaribeño del puerto de Veracruz. De hecho, si hubiese visión y apoyo, este encuentro podría convertirse en un festival internacional por su gran poder de convocatoria: hay diplomáticos, líderes de organizaciones sociales de otros países. Hay música, folklore, danza y color.
Lamentable que las autoridades civiles (gobernador, diputados y algunos alcaldes de la región) desdeñaron la invitación a tan relevante evento popular y mandaron a representantes. Ni siquiera un delegado federal o un secretario de Gobierno.
Sólo con las delegaciones presentes, y los artistas invitados, este cártel destaca por mucho.
Es imposible dejar de resaltar la belleza de la mujer afromexicana en esta comunidad. Féminas cuyos rasgos mulatos son únicos: grandes caderas, cuerpos caribeños y sonrisas coquetas. Cabellos rizados que parecen hirsutos, inamovibles. Chinos, muy chinos. Rizos que incitan.
En verdad Mata Clara parece cualquier pueblo de Cuba.
“¡Nunca más un México sin afroamericanos!”, el grito de la marcha encabezada por los de México Negro y los representantes de los países y pueblos que piden a gritos la inclusión de su historia en una página de la Constitución.