+ AMLO como Juárez con EE.UU.
+ Fernandito no quiere ni tocar el tema de mujeres violentadas.
+ Ni un mensajito para Domingo Muguira.
+ Muchos agradecimientos, hartos.
No manda ni en su casa y quiere “contener” un “golpe de estado”…
–Chopenjawer
Desde la época postrevolucionaria, México fue el único país que no sucumbió a los golpes de estado como sí pasó en algunos países de Sudamérica; y pudieron ser factores como la lealtad de las fuerzas armadas, el control absoluto del sistema PRI-gobierno, la delincuencia organizada esquematizada dentro de los sindicatos charros, las organizaciones afines y hasta en los grupos de poder económico.
Pero además en México no se desarrollaron quizás los gobiernos de izquierda que tanto temieron los gobiernos de Estados Unidos y que acabaron de manera implacable a través de dictaduras locales. La llamada “guerra sucia” es parte de esa historia sangrienta que combatió las pocas guerrillas y grupos subversivos durante los años 60 y 70, de los cuales quedan resabios más dedicados a la demagogia discursiva y arcaica.
Es curioso, pero aún así México tiene en su historia la singularidad de que el máximo representante de ese etapa oscura, Fernando Gutiérrez Barrios –aquel jefe de la temida y respetada Dirección Federal de Seguridad– a su vez protegió y era amigo personal de Fidel Castro Ruz, el comandante de la Revolución Cubana y sus guerrilleros.
Con todo y contradicciones, México pasó la mitad del siglo XX en relativa estabilidad. Luego entonces, el pensar siquiera en un “golpe de estado” es inimaginable en un país que, más o menos, ha sabido estar estable y mantenerse como uno de los líderes de Latinoamérica. Invocar el “golpe de estado” es meramente un signo de desesperación tanto para el gobierno actual como para quienes piensan –estúpidamente– que es necesaria una vía militar/armada para derrocar al poder constituido democráticamente.
Uno podría pensar que existen condiciones para un “golpe de estado” porque las fuerzas armadas han sido desdeñadas desde que Andrés López Obrador asumió la Presidencia de la República. Primero, extinguiendo el legendario Estado Mayor Presidencial y convirtiendo a sus cuerpos de élite en meros guardias de museo en lo que era la residencia oficial de Los Pinos.
Otra cuestión que podría haber molestado a las fuerzas armadas, es que el presidente haya decidido invadirles su espacio en Santa Lucía para la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México al cancelar el proyecto de Texcoco. En este sentido, más allá de los detalles técnicos, al Ejército se le está quitando un punto estratégico dentro de su estructura y todavía se les convirtió en constructores.
El caso más reciente fue el de Ovidio, en Culiacán, Sinaloa, donde un pésimo operativo terminó en el peor final: el de retirarse. Por donde se le vea, es un golpe muy fuerte a la moral de la tropa, aunque creo que se tomó al final la mejor decisión para evitar un baño de sangre.
Otro factor es la humillación a la que constantemente se someten las fuerzas castrenses ante grupos civiles armados, dejándolos sin herramientas para no meter en orden a la población, al pueblo bueno y sabio, aunque estos tengan Barrets, “cuernos de chivo” y usen de escudos humanos a mujeres y niños.
Uno pensaría que esto último sería el acabose de las humillaciones del Ejército, pero las fuerzas armadas están más allá de los amarillismos y los golpeteos para sacar raja política.
Lo de siquiera pensar en “golpe de estado” es en sí una ofensa a la lealtad de las fuerzas armadas y cuerpos policiacos.
Pero siendo más realistas, a López Obrador no le debería preocupar un golpe de estado porque los soldados provienen en su mayoría de familias de bajos recursos. Son gente de campo, humildes, gran parte de la base social que votó por AMLO.
Pero el problema de la 4T y de la izquierda radical (la de los discursos sesenteros y demagógicos) es su repulsión hacia los cuerpos policiacos y militares; creen que son sus enemigos por naturaleza porque son aparatos represivos que “combatieron” en el pasado. Y esta lejanía es lo que evidencia su falta de tacto con militares y policías con discursos y mensajes a la ligera, como la idea de un “golpe de estado” y el “respaldo” al presidente por esta fantasiosa situación.
Los políticos de la vieja escuela, por ejemplo, tienen como parte de su formación el pasar por alguno de los órganos policiacos para poder ser políticos completos. Lo anterior tiene una explicación lógica: la policía, marinos y soldados son la verdadera fuerza del político, no las “ideas revolucionarias” o tuitazos ocurrentes que sólo evidencian más que lo que dicen. Sin cuerpos armados, y mucho menos liderazgo para encabezarlos, el político es nada.
Para la izquierda radical quizás Mexico (y Veracruz) lo mejor sería vivir en una comuna hippie, todos quemando mota y cantando rolas de Silvio en voz de la esposa de AMLO. Pero, neta, eso ya es una utopía.
Para los derechairos: quién sabe qué tendrán en su cabecita loca que quieren a fuerza invasiones armadas, guerra y ahora hasta revuelta por parte del Ejército… ¿Tienen idea de lo que están tratando de invocar, bola de tontejos?
Neta, chairos y derechairos, dejen de chaquetearse mentalmente. Hay problemas más reales que atender tanto en México como en Veracruz.
NOTA PARA PEGAR EN EL REFRI: Una chaqueta de este autor: tal vez no habría “golpe de estado” porque allá en el gabacho no lo permitirían; AMLO es aliado de “Trum”: le ha acatado todo para frenar migración y sería un aliado militar poderoso. Con ese petate puede espantar, pues hasta Juárez, su ídolo, pidió apoyo a los gringos como se vio en el tratado McLane-Ocampo.
OTRA NOTA: “El viernes varios grupos de las mujeres de la sociedad civil fueron convocadas a una reunión con el alcalde de Veracruz, quién no llegó. La reunión se efectuó con sus directores. El desdén evidencia el poco interés que hay para atender el tema de la violencia contra las mujeres”… Lo anterior es un tuit de la comunicóloga Mónica Mendoza, quien expone lo anterior ante una situación de varios casos de agresiones a mujeres en recientes días, en la zona de Veracruz-Boca del Río. Ahí parece que los alcaldes no quieren ni hacer ruido y no quieren involucrarse en el tema.
NOTA EXTRA: A excepción del delegado federal Manuel Huerta Ladrón de Guevara, y el secretario Enrique Nachón, de Desarrollo Económico y Portuario, nadie de la Cuarta Transformación se acordó de darle un merecido reconocimiento al empresario Domingo Muguira, fallecido el 1 de noviembre en Fortín. Uno de los hombres que más invirtió en Veracruz y en Chiapas, pero ya ve que no se les da mucho por reconocer a veracruzanos destacados allá en Palacio de Gobierno.
LA ÚLTIMA PORQUE YA ES NOVIEMBRE: Muy agradecido por los mensajes de texto y llamadas hacia un servidor por el fallecimiento de la abuela materna. En verdad que son ustedes, todos, todas, tedes, tudus, tidis, lo máximo.