El fondo es no afectar el proyecto familiar de los Yunes

Este lunes el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, salió casi casi con la canción de Fito Páez: “Hoy vengo a ofrecer un corazón” a plantearnos que la situación en Veracruz está francamente, por no decirlo en una expresión más clara, de la chingada.

Que la situación es peor de lo que pensaba, aunque los analistas serios coinciden en que Yunes Linares no puede portar la bandera de ingenuo porque ya sabía a lo que le atoraba: ya había señales de desfalcos, problemas económicos nacionales, finanzas en problemas advertidas por especialistas locales y nacionales, etc., así que el hoy mandatario, no puede decir fingir demencia sobre qué estado pretendía gobernar, especialmente cuando él personalmente encabezó como policía chino los interrogatorios en contra de los cómplices y chivatos topus de Alex Huerta (aka) Javier Duarte.

En ese contexto, envalentonado por el discurso antipriista de su campaña a la gubernatura, se aventó como Escutia al populismo ramplón al decir que no habría nuevos impuestos en su gobierno y que no se contrataría más deuda, que –gusten o no– son herramientas legales de cualquier administración para hacerse de recursos.

Pero las promesas populares de no pedir préstamos, ya se rompieron, porque este lunes dijo que sí pedirá un crédito, uno chiquitico… Mmmmmmmm… Que lo pagará antes de 2018. A ver si es cierto.

También quedó envuelto en su capricho de pedir finanzas saneadas a su antecesor, lo cual era imposible. De ahí también se derivó su confrontación con el secretario de Hacienda, José Antonio Meade Kuribreña (aún sin ser gobernador de Veracruz) y éste diplomáticamente le dijo que se le podían apoyar adelantando participaciones federales, pero que no habría rescate alguno para la entidad… O sea, el lema de campaña de la colación “Unidos para Rescatar Veracruz” también valió gaver.

La otra es que Yunes Linares ofrece, lanza, vende, el discurso populista de que no quieren que los veracruzanos paguen los platos rotos por las malas administraciones recientes, pero en el fondo la realidad parece ser que no se quiere afectar el proyecto personal de gobierno: el de dejar que a sus hijos, Fernando o Miguel, les afecte el tema cuando tienen amplias posibilidades de sucederlo en el 2018 o aspirar a otros cargos de elección popular.

Es decir, mientras en la demagogia dice que no quiere afectar a Veracruz con impuestos ni con préstamos (aunque sea ese chiquito), en la realidad el asunto es cuidar que no sea afectado el plan familiar de gobierno y a los vástagos les sea echado en cara que su padre no pudo con el paquete y tuvo que recurrir a lo que juró que no haría.

Que por más que haya perseguido a Duarte y echado reclamos a la Federación, el camino que le dieron fue el de apoyarlo con participaciones adelantadas y echarle porras, pero rechazó todo nada más por orgullo… y para cuidar el plan político a mediano o largo plazo.

De acuerdo a fuentes consultadas, no está mal contratar deuda, siempre y cuando sirvan para resarcir daños o para terminar las obras que los Duartistas/Fidelistas no quisieron, en lo que siguen los procesos judiciales contra éstos.

Muchos dicen que sería un suicidio dejar como sucesores a los hijos, pero pensemos que todavía existe mucho resentimiento contra el PRI (algunos auguran que el tricolor regresaría al Palacio de Gobierno no en dos años, sino en ocho, especialmente porque los grupos están muy divididos), y si Don Miguel logra medio componer el barco y está todavía en el ánimo de la gente, éste podría hacer que sus hijos queden en el poder y la población no tendría objeción alguna en darle continuidad al proyecto. El nepotismo les valdría gorro, porque a estas alturas la gente quiere alguien que resuelva los problemas de Veracruz.

El problema es que a 12 días de iniciado el nuevo gobierno, se sigue en la estrategia mediática de echar toda la culpa la culpa al pasado, a sus antecesores, al PRI, sin resolver o dar señales de estrategias a futuro que no sean la austeridad, recorte de gastos y amarrarse el cinturón.

Esa culpabilidad retroactiva no le funcionará, por ejemplo, sobre todo ahora que pide comprensión a la burocracia para pedirles que les aguanten las quincenas de diciembre y el aguinaldo: basta recordar que el atraso de la primera quincena de noviembre hizo que los trabajadores del Gobierno de Veracruz salieran a protestar o a realizar paro de brazos caídos, lo que generó un caos a final del sexenio pasado.

Ya se verá si Yunes pretende que los burócratas sean los sacrificados en el tema, especialmente cuando a éstos los están tratando mal en las oficinas y los miran los “Yunócratas” con desdén e imagen de “rateros”; o si los provenientes de Puebla e Hidalgo que ahora están acaparando las oficinas de gobierno vean que venir a Veracruz ya no es negocio.

@pablojair

Dos periodistas agredidos en el nuevo gobierno de Veracruz… y contando

Es entendible que las cosas no cambian de un día para otro en las alternancias; que es difícil combatir los vicios sobre todo cuando se vienen de una administración que pasó a la historia como el peor Gobierno que ha tenido el estado de Veracruz.

Dentro de toda la vorágine de corruptelas y daños que el gobierno de Javier Duarte de Ochoa dejó a los veracruzanos, quizás el más sensible fue la muerte de periodistas veracruzanos (habrá que subrayar que muchos fueron agarrados injustamente de bandera, aunque esa es harina de otro costal) pero el legado tenebroso de Duarte y la falta de garantías a los periodistas fueron siempre su sello.

Por ejemplo, basta recordar que entre los elementos de Seguridad Pública era conocida la manera poco ortodoxa por la cual se desempeñaba el titular de SSP, Arturo Bermúdez Zurita, quien con actitudes bastantes violentas nunca dejó de mostrar su desprecio a los periodistas, mismo sentimiento que transmitió a sus subordinados. Basta recordar aquella frase que acuñó en una comparecencia, cuando llamó a los trabajadores de los medios de comunicación: ¡PINCHES MEDIOS!

Otro caso: cuando fue abatido un delincuente en el panteón Palo Verde, de Xalapa, luego de haber realizado un asalto en la avenida 20 de Noviembre y asesinado a un policía que vigilaba el asilo de ancianos “Quinta de las Rosas”: luego se sabría que quien personalmente disparó contra el delincuente (éste presuntamente ya se había rendido) fue el propio secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, aficionado a encabezar operativos como si fuese uno más de la tropa, exponiendo no sólo el alto cargo que ostentaba, sino que hacía valer su impunidad como el jefe máximo de la policía (además del gobernador, claro está). Luego de terminado el operativo, envió a sus escoltas a amedrentar a los fotógrafos que cubrían el suceso.

A Bermúdez también lo recuerdan por ser quien encabezaba los operativos de desalojos donde se utilizaba la fuerza pública para destrabar bloqueos carreteros o como aquel cuando se apersonó en la Plaza Lerdo el 13 de septiembre de 2013, horas antes del Grito de Independencia, ya que la plaza estaba tomada por un grupo supuestamente de maestros.

En estos hechos, a Bermúdez se le identificaba porque, a pesar de usar uniforme táctico y pasamontañas para cubrirle el rostro, era el único que tenía una cámara de las llamadas GoPro en su casco, para grabar las madrizas.

Bueno, pero volviendo al punto inicial: es claro que terminada una administración como la de Duarte, donde además se dieron los mayores números de muertes y agresiones a periodistas, se entendería que la situación mejoraría o al menos habría mayores garantías para la libertad de expresión, pero la historia nos recuerda que también el actual gobernador Miguel Ángel Yunes Linares ha tenido sus roces previos con los periodistas no afines a sus intereses y hasta los ha reprimido.

Los casos más emblemáticos de cuando Yunes Linares fue secretario de Gobierno en el Chirinato (1992-1998) fue la represión que ejerció contra el notario público, abogado y conocido político cuenqueño Ángel Leodegario Gutiérrez Castellanos (fallecido en 2001, conocido por todos como “Don Yayo”), quien a su vez era director del diario La Política. Según cuenta la leyenda, las presiones contra dicho medio comenzaron por una fotografía donde se ve al entonces gobernador Patricio Chirinos lanzando una pelota de beisbol con una postura muy descompuesta y a la cual le pusieron como pie de foto: “¡AY MAMACHITA!”, en son de burla por el parecido de Chirinos con el cómico Resortes.

Otro caso públicamente conocido fue la persecución que Yunes encabezó contra el editor José Pablo Robles Martínez, propietario de los diarios Diario del Istmo e Imagen de Veracruz (entonces llamado SUR), a quien logró exiliar del país. Otro caso conocido de esa época oscura para Veracruz fue su confrontación con el columnista Raymundo Jiménez.

Recientemente, Yunes Linares también hizo una llamada amenazante al director del portal “Al Calor Político”, Joaquín Rosas Garcés, siendo candidato a la gubernatura de Veracruz.

También habría que mencionar, en contraparte, que Yunes Linares se solidarizó con los periodistas Noé Zavaleta, corresponsal de Proceso, y Andrés Salomón, de MVS y Quadratín, por la amenazas vertidas en su contra por parte de José Abella, director del diario El Buen Tono, que se edita en la ciudad de Córdoba.

Incluso en entrevista aseguró que en su gobierno los derechos de los periodistas y su integridad física y patrimonial estarán garantizados: “No hay ninguna razón para que sean amenazados como consecuencia del ejercicio libre de esta profesión, no por ninguna otra razón”.

Terminada –bendito sea Dios– la pesadilla del Duartismo e iniciado el Yunismo en Veracruz, se esperaría que al menos se cambiara un poquito el escenario para quienes trabajan en periodismo, aunque de entrada se ve una situación muy complicada para muchos que están perdiendo sus empleos ante el cierre de sus fuentes de trabajo y la posible deuda que el gobierno de Yunes Linares no quiera cubrirle a los medios.

Pero ya hubo dos situaciones graves y delicadas que no pueden dejar de tomarse en cuenta: el secuestro exprés, robo y las amenazas de muerte contra el columnista y periodista jarocho Silverio Quevedo Elox, subdirector del diario Imagen de Veracruz, a quien ubican como el reportero que diera a conocer en el pasado a San Luis Potosí como la entidad de nacimiento del gobernador Patricio Chirinos Calero, jefe de Yunes Linares, contraviniendo a la Constitución Local que pide que sean veracruzanos o hijo de veracruzanos.

Este sábado, también otra acción en contra de un reportero de la misma empresa: se trata del periodista Santos López Celdo, quien denunció vía redes sociales que policías de Seguridad Pública le quitaron su teléfono y lo agredieron por atreverse a tomar fotos de los ejecutados en Suchilapan, municipio de San Juan Evangelista, cuyos cuerpos se encuentran en el anfiteatro municipal.

Las lamentables agresiones contra estos dos periodistas (y curiosamente de la misma empresa que todavía posee José Pablo Robles Martínez) verdaderamente cimbraron al gremio porque ambos son ampliamente conocidos por su profesionalismo y entrega a su trabajo.

Ambos son los primeros que han sido agredidos en los nuevos tiempos que bautizan como “El Yunismo”, y si bien ya fueron atendidos por cercanos a Yunes Linares en el caso de Silverio Quevedo Elox; y por Namiko Matzumoto Benítez, presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, en el caso de Santos López Celdo, nos muestra que a la gran cantidad de problemas que debe resolver Yunes Linares, se encuentra precisamente la relación con los medios de comunicación y su contacto permanente para realmente garantizar el oficio periodístico en Veracruz.

En medio de todo esto, hay fuertes rumores de que podría desaparecer la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas, aunque el mismo Yunes expresó a medios hace algunos días: “Yo nunca he señalado que vaya a desaparecer la CEAPP, al contrario, lo que he dicho es que mi gobierno se preocupará por la seguridad de los periodistas y que habrá el más absoluto respeto a la libertad de expresión”.

A ver si es cierto, porque ya van dos… y contando.